La principal limitación para la expansión de la tecnología supercrítica en algunos países ha sido probablemente el elevado precio de las plantas piloto y los altos costes de inversión de las instalaciones industriales.
Sin embargo, esto está cambiando porque el número de empresas dedicadas a la tecnología supercrítica crece cada año en España y en otros países. Un ejemplo destacable es la ingeniería DEMEDE, una compañía de ingeniería que ha apostado fuerte por las nuevas tecnologías y ya comercializa avanzadas plantas de fluidos supercríticos.
Una ventaja añadida de trabajar con pequeñas empresas emprendedoras es su flexibilidad y capacidad de adaptación, que permiten buscar soluciones prácticamente a la carta, optimizadas para cada aplicación, y con costes muy inferiores a los de grandes empresas.
Otros ejemplos recientes son: